21 marzo, 2012

Elogio del clero almeriense

El día de San José se cumple el vigésimo aniversario de mi ordenación sacerdotal. Aquella tarde festiva, nuestra querida Iglesia de Almería tuvo cuatro nuevos sacerdotes, que perseveran. En contra del conocido tango, veinte años son bastante tiempo. Doy gracias a Dios por tenerme aquí, de cura, por permitirme presenciar/protagonizar desde primera fila sus maravillas: los pobres son evangelizados (Mt 11,5).

Asimismo, dadas las circunstancias, deseo dar públicamente las gracias al Señor por el presbiterio donde ejerzo el sacerdocio, esos hermanos que gastan la vida con Cristo y como Cristo por sembrar la Buena Noticia.

A nuestro presbiterio dediqué la biografía del párroco macaelense Manuel Rubira Sola. Para ese presbiterio pedí un reconocimiento en el Sínodo de 1999, y así quedó recogido. Lo he resaltado en predicaciones de Misas nuevas y bodas de oro sacerdotales. Sin triunfalismo, porque no es un presbiterio perfecto. Se trata de justicia y de verdad. Ser arcipreste ha reforzado mi punto de vista, desde otra óptica, verificando la buena disposición del presbiterio cuando se le valora, anima e implica. Un reconocimiento que vienen manifestando, a nivel universal, el Papa Benedicto XVI y las congregaciones romanas.

El presbiterio almeriense, históricamente, ha conservado la fe del pueblo en épocas muy duras. Mons. Enrique Delgado, que se encontró con un clero disminuido por la persecución religiosa, certificó públicamente el estilo abnegado de los curas almerienses: “deseando que los trabajos de los poquísimos operarios de nuestra viña, a cuyo celo basta la simple apreciación de la necesidad y nuestro paternal ruego para trabajar sin descanso” (1 de marzo de 1944). Más recientemente, en los pasados noventa, el Vicario Francisco Alarcón constataba la misma tónica: “estamos menos que hace cuarenta años y llevamos adelante más cosas”. Mons. Álvarez Gastón nunca dejaba de preguntarnos por nuestra situación; al contarle que nos sentíamos desbordados, intentaba dar tranquilidad con su permanente latiguillo: “Haz lo que puedas”.

En efecto, el de Almería es un clero trabajador, unido por encima de diferencias secundarias, y éticamente sano. Un presbiterio encarnado, que propone la fe y vive para servir. Esta es la razón de la multitud de homenajes públicos (programas de TV, dedicación de calles, fiestas con ocasión del traslado o jubilación…) que nuestros curas han recibido. Es un presbiterio querido por el pueblo, como se ve en ordenaciones, traslados y sepelios… Una Primera Misa es una fiesta de gran impacto. El sepelio de un sacerdote, asimismo, se convierte en un día de luto para las parroquias. Y he asistido a decenas de ellos. En todos, el pesar se palpaba, ya fueran jóvenes o mayores, de una sensibilidad o de otra.

Campeones de la pastoral, misioneros, carismáticos, estudiosos, profesores universitarios, artistas, curas que siguen en la brecha ancianos y enfermos… incluso obispos. De todo eso hay en el presbiterio almeriense. Se promete muy interesante la publicación de Galería de sacerdotes ilustres, del difunto D. Juan López. Esta es la realidad, frente a las habladurías y denuestos. Todo un descubrimiento para quienes viven de prejuicios y tópicos. Con razón, las vocaciones también en nuestra tierra suelen proceder de chicos que han tratado de cerca a algún sacerdote.

En fin, este gozoso aniversario parece una buena ocasión para reiterar lo dicho hace cinco años, en una ocasión solemne: “Provenimos de un presbiterio que se multiplica para atender todos los servicios: no hay que decirle ‘haz algo’, sino más bien ‘haz lo que puedas’. Y estamos acostumbrados a hacer un poder […] En definitiva, no podemos dejar de dedicar un pensamiento de fraterna gratitud y reconocimiento al entero presbiterio diocesano, el venerable y abnegado clero almeriense, al que -como hermano pequeño- nos enorgullece pertenecer” (Toma de Posesión como Canónigo Archivero, 24 de febrero de 2007).

El Prelado actual, Mons. González Montes, ha dicho en alguna ocasión que está muy contento con este presbiterio. No es para menos.

Francisco Escámez

Por una Andalucía sin caciquismo y sin odio

La izquierda desde los pasados noventa ha avivado el recuerdo del antiguo régimen para intentar mantener el poder, desesperado intento de frenar su evidente descrédito, a causa del apego a los privilegios y de su rampante corrupción. Se puede constatar que con tanto hablar del general Franco, han acabado imitando sus métodos. El escándalo de los cientos de millones burlados a los andaluces para regalarlos a amiguetes del partido, me ha hecho recordar la denuncia del profesor universitario Francisco Núñez Roldán (Diario de Sevilla 2 de agosto 2010, p. 5), un docente honrado y amigo de la verdad, que concluía con una acusación preocupante: “los viejos tiempos (el franquismo) no han vuelto. Simplemente no se han ido”.

La fuga de cerebros, por ejemplo, -sostuvo Núñez Roldán- fue una realidad del franquismo que ha vuelto también por obra de políticos que se dicen socialistas. En el verano de 2010, con la excusa de la crisis, la Consejería de Innovación dio instrucciones a los rectorados de las universidades andaluzas para que no se contratase como profesores a aquellos jóvenes de mayor capacidad y excelencia demostrada que, habiendo finalizado su beca de investigación predoctoral, quisieran acceder a un contrato laboral estable (poco más de 1.300 euros al mes). El resultado es que muchos de ellos optaron por irse a EEUU, cuyo Gobierno no ha invertido ni un dólar en su formación, aunque está dispuesto a ofrecerles lo que piden: magníficas condiciones de trabajo en sus universidades y reconocimiento intelectual, social y político. Mientras a sus jóvenes del partido o a sus allegados y familiares los contratan para ocupar un puesto de trabajo, sin tantas formalidades.

La mejor manera de combatir los efectos políticos y electorales de esta realidad es negándola o ignorándola desde los medios oficiales con mucha propaganda, es decir, con mucha mentira o distrayendo a la opinión pública con viejos recursos, mucho fútbol, mucha copla y subvenciones por doquier. Invito a leer -decía Núñez Roldán- las opiniones de la izquierda oficial en revistas antifranquistas tan prestigiosas como Triunfo o Cuadernos para el Diálogo para probar hasta qué punto se acusaba al régimen anterior de utilizar esos dos opios del pueblo distrayendo su atención de los males del país, el peor de los cuales era la falta de libertad. Pues bien, aquellos que tanto protestaban por las consecuencias anestésicas del fútbol, de la charanga y de la pandereta, son ahora los entusiastas promotores de esos espectáculos.

Las coincidencias, además, se extienden a otros ámbitos: la corrupción de la ‘casta’ próxima al ‘régimen’, cierta censura, empresas y ciudadanos a los que el poder margina de concursos y subvenciones por causa de sus ideas, el creciente deseo de libertad en los sectores más cultos y concienciados de la sociedad, el afán de prohibir y la desatención que sufren agricultores y cualesquiera emprendedores…

Encima, el anacrónico laicismo agresivo. Como el desplegado por el Sr. Rubalcaba, al parecer deseoso de hacer de Celestina entre el PP y la Conferencia Episcopal. Una nueva mentira de las suyas, porque el PP como tal nunca ha ido a una manifestación con la CEE que, como tal, jamás ha convocado, porque han sido grupos seglares. Y más mentira decir que la pareja natural del PSOE -haga lo que haga- sean los sindicatos. Al menos en la época de M. Camacho y N. Redondo fueron más libres. Un Sr. Rubalcaba empeñado en atacar unos acuerdos internacionales entre España y la Santa Sede plenamente constitucionales, y tan defendibles que ni siquiera el Sr. Rodríguez Zapatero tuvo excusa para acometer.

Hoy, el comportamiento individual, la solidaridad en la familia y con las víctimas de la crisis, además de la densidad de la vida intraeclesial, evidencia que existe una correspondencia directamente proporcional de la integridad personal con las propias convicciones religiosas. Tal vez podrían reflexionar los laicistas beligerantes sobre otro hecho. En los centros educativos se suelen mezclar alumnos de religión y de alternativa, para obtener unas clases más homogéneas. Recuerdo que si se hacían grupos de solo ética, eran -normalmente- menos trabajadores y de peor comportamiento. Basta observar la actuación de los participantes en la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid 2011, a diferencia de la de sus agresores, idéntica a la de ciertos chicos valencianos…

Hoy no cabe identificar a la Iglesia con un único partido. La Iglesia ha sido colaboradora y crítica con todos los Gobiernos, también con el PP. Solo hay que recordar el enfado del Sr. Rajoy porque la Iglesia no se sumó a cierta medida, entendiendo que la Iglesia no pintaba nada en un acuerdo meramente político. Hay autoridades del PP con una actitud modélica, que cooperan desde la aconfesionalidad, y otras que jamás mueven un dedo para apoyar la vida católica, ni siquiera en lo más común con otros grupos. Aunque es cierto que en el PP hay menos personas llenas de prejuicios hostiles. La Sra. de la Vega, Francisco Vázquez y tantos otros socialistas han procurado convivir con la Iglesia. Bien llevados por su fe, o bien por buen hacer político, pero sin agresiones gratuitas.

En Andalucía, como en toda España, queremos salir de la crisis, sin ser el coto de ningún partido. No queremos odios. Que lo sepa esa concejala que desearía que hubiera habido más curas muertos en el 36. Ya vemos lo que cada uno aporta. Al menos, no promuevan el arcaísmo.

Francisco Escámez

18 noviembre, 2011

La iglesia se desvive por las víctimas de la crisis, no es ella el problema

Sendas intervenciones del dirigente comunista, primero, y del candidato socialista, después, han lanzado graves acusaciones contra los católicos. De esta forma han metido a la Iglesia en campaña. Se repite así algo que no sucedía desde tiempos de la II República. Queda clara la involución de la izquierda. Parece que no quieren ser presidentes de todos los españoles.

Esas calumnias carecen de fundamento. El Sr. Lara desconoce que la Iglesia solo recibe el dinero de los contribuyentes que voluntariamente se lo dan. Y está empeñado en silenciar todavía más a la mayoría católica en la vida pública. Muy tolerante él. El modo de solventar la escritura de unas propiedades, indiscutiblemente eclesiales, invocado por el Sr. Rubalcaba, solo es una cuestión técnica, no un favor.

La irresponsable agresión ha tenido una respuesta de serenidad. La nota de los Obispos no entra al trapo, en perfecta coherencia con la habitual actitud eclesial en democracia. En realidad, han usado a la Iglesia como pretexto. No hemos escuchado aún ninguna propuesta de socialistas y comunistas para que los sindicatos y los partidos políticos se financien a sí mismos -como sí hace la Iglesia-, y dejen de tener tanto privilegio. Ellos sí que vulneran el principio de igualdad ante la ley.

Encima, les responde como se debe el Obispo de Córdoba, y un dirigente socialista cordobés le contesta que su palabra es prescindible. Menudos demócratas: la democracia se basa en la participación de todos.

Siempre, ahora tal vez más si cabe, deben ser respetadas las convicciones religiosas. Está claro que dan sentido a la existencia. Y para muchos son un estímulo para su propia mejora ética y para promover el bienestar social. Mal los que se burlaban de la fervorosa oración de la Sra. Sonsoles, esposa del Sr. Rodríguez Zapatero, en el Santuario del Rocío. Mal quienes buscan humillar al candidato del partido Popular por sus convicciones católicas.

El problema de España no es la Iglesia ni los católicos. Una consecuencia de la práctica de la libertad es rechazar cuanto nos merece repulsa. Aun sin llegar a evaluar las propuestas de uno y otro, las formas en el debate del 7 de noviembre entre dos candidatos a la Presidencia del Gobierno de la Nación, retrataron bien el talante ético de cada uno. Y su actitud democrática. No concuerda con la Constitución la falta de atención y de respeto al que interviene. De lo contrario aquello no es un diálogo. Y un moderador que no modera, porque así piensa ayudar al candidato que le simpatiza, abre las puertas a la anarquía. Una persona que no respeta a su oponente debe quedar descalificada para ocupar responsabilidades públicas. Su comportamiento incívico debe merecer la repulsa social. España quiere vivir en democracia, no bajo la coacción del más malvado. No es tiempo de enfrentamiento sino de unir esfuerzos.

¿Se presta suficiente atención a la tremenda situación real que encuentran los nuevos gestores llegados con la victoria de las pasadas elecciones municipales? Parece increíble que se actúe como si no existiera la ruina que vive nuestra población día a día, con Administraciones públicas que no pueden pagar, con empresas que cierran, comercios que se hunden, el auge del paro, con familias sin ayudas públicas, jóvenes sin porvenir… Estas personas pueden confiar en la atención de la Iglesia, por medio de Cáritas y muchas otras organizaciones, tan valoradas.

Conviene subrayar, contra las presentes calumnias, que la Iglesia no busca privilegios. Tampoco tiene por qué soportar agravios. Gane quien gane, la Iglesia habrá de seguir sirviendo a todos, en particular a los pobres. Los católicos seguiremos ganándonos a pulso el apoyo de cada persona, en las labores del día a día. Con la ayuda de Dios.

Artículado publicado en Tele Almería Noticias

18 septiembre, 2011

Una Iglesia luminosa en la España de la concordia. Carta abierta a Pérez Reverte

El académico Arturo Pérez Reverte ha causado revuelo con su columna ‘Patente de corso’ que publica en XL Semanal, concretamente me refiero a la del 22 de agosto pasado. En ella, el conocido escritor pone voz a los extendidos deseos de gritarle las cuatro verdades al Sr. Presidente del Gobierno en ejercicio. Ha corrido como la pólvora el artículo, vía mail, que me llegó al día siguiente, el mismo 23 de agosto. Y todos regocijándose por el espartañazo tan bien dado a quien tanto mal nos ha hecho. No me hago eco de ese artículo por su tema, del que ya he opinado en estas páginas. Sino por una de sus afirmaciones, un decepcionante párrafo antieclesial, que llena de inquietud. Hacia la mitad del artículo, el famoso periodista, dirigiéndose al Sr. Rodríguez Zapatero, escribe: “Y ahora, cuando se va usted a hacer puñetas deja un Estado desmantelado, indigente, y tal vez en manos de la derecha conservadora para un par de legislaturas. Con monseñor Rouco y la España negra de mantilla, peineta y agua bendita que tanto nos había costado meter a empujones en el convento, retirando las bolitas de naftalina, radiante, mientras se frota las manos”.

Realmente, cuando se han vivido los idílicos años de la Transición, con gobierno de centro, y la saneada etapa del Sr. Aznar; cuando uno ve la maravilla de gestión en ayuntamientos gobernados por la llamada ‘derecha’, a muchos no nos van a meter el miedo a la derecha ni nos van a prevenir contra las ideas que ellos tildan de conservadoras, vista la reedición aumentada de las prácticas franquistas, obrada en España por los gobiernos ‘progres’.

Pero lo chocante es que Arturo Pérez Reverte hable de España negra de mantilla, peineta y agua bendita, relacionándola con el cardenal Rouco. El autor no toma el adjetivo negro en su sentido cromático habitual (y mucho menos en sentido racial alguno), sino en el significado peyorativo de ‘siniestro’ con que hablamos de la ‘novela negra’ o de un ‘negro porvenir’ y que los autores regeneracionistas usaban para referirse a la España negra como el compendio de nuestras más tenebrosas tradiciones. Y esto no puede aceptarse. Porque es una calumnia.

D. Arturo: nadie ha tenido que dar empujones a los católicos porque no estorbaban, sino que ellos han arrimado el hombro para construir una España democrática. Después de haber contribuido decisivamente a la Transición pacífica a la democracia en España, la actitud de la Iglesia Católica en la Transición y desde entonces es sencillamente ejemplar. Desde su propia identidad, ha mantenido una inalterable posición de independencia y mutua colaboración que la avalan como institución adaptada a la sociedad plural en que vivimos. La Iglesia defiende la libertad y la ejerce, también críticamente. Gana anualmente los referéndums de la clase de religión, las celebraciones sacramentales, las fiestas religiosas. Y obtiene goleada en servicio a los diversos tipos de pobres, como vemos con las víctimas de la crisis.

Es de las pocas instituciones con implantación nacional que se autofinancia, que se sostiene con la sola aportación de sus integrantes. Incluso aumentan quienes aportan voluntariamente a la Iglesia con ocasión del IRPF. Lo cual es clamorosamente contradistinto de la realidad económica de otras instituciones, como partidos y sindicatos. Que sí reciben subvenciones públicas solo por serlo.

Los pastores de la Iglesia hablan religiosamente desde su autoridad espiritual a los católicos, pero ofrecen sus palabras a cualquiera con buena voluntad y apertura intelectual. La Iglesia en España suele tener personas que aunan capacidad, virtud y juventud, incluso para el episcopado, a diferencia de quienes cubren otras responsabilidades civiles. ¿Es fácil reunir 30.000 voluntarios como ha tenido la JMJ? Eso no lo soportan quienes desearían asistir al sepelio del catolicismo hispano, ahora -de forma notoria- tan pujante y vivo.

El Arzobispo Rouco fue llevado por la Santa Sede a Madrid, que luego lo hizo cardenal, pero ha venido obteniendo también el respaldo de los Obispos, mayoritariamente, repitiendo así el record de duración al frente de la Conferencia Episcopal que ostentaba el cardenal Tarancón. Y ese es un mérito innegable. Al cardenal Rouco le avalan sus palabras, públicas y fácilmente contrastables, y le rescatan de tanta maledicencia, originada por el disgusto intolerante ante un catolicismo hispano que mantiene su identidad y se esfuerza por vivirla con sus propias fuerzas, no con hipotéticos amigos políticos.

Dice Reverte, que había costado meter en el convento a los católicos. O sea, su concepto de sociedad avanzada es idéntico al de Enrique VIII de Inglaterra, al esquema soviético y al de la Cuba castrista: prohibidos los derechos políticos para los católicos. Todo lo contrario a lo previsto en la Constitución española de 1978. Reflexione, Sr. Pérez Reverte. Tal vez sin darse cuenta, aun repudiando la España negra, comparta con Rodríguez Zapatero algún demonio del pasado, vgr. la negación de los ‘otros’.

Y si no le gustan la mantilla y la peineta, no dejan de ser prendas muy hermosas.

02 agosto, 2011

711 y 1936: años cruciales en nuestra historia

Este año 2011 se han cumplido 1.300 años de la batalla de Guadalete que pone fin a la España visigoda abriendo un nuevo período histórico clausurado ocho siglos más tarde con la definitiva reconquista de Granada por los Reyes Católicos el 2 de enero de 1492. Nos alcanzó así el proceso de expansión militar protagonizado el Islam, tras derrotar a las estructuras políticas vigentes en Oriente y Occidente (como los Imperios persa y bizantino y el reino visigótico).

El rápido derrumbe hispano, tras una larga decadencia y una guerra civil, hacían temer en la Cristiandad que España se hubiera perdido para siempre. Pero Covadonga mostró que era posible resistir, y contraatacar. Como en el 732, diez años más tarde, se vio en Poitiers. Se emprendió, pues, la recuperación de España, la Reconquista. Según Claudio Sánchez Albornoz, la Reconquista incorporó definitivamente a España a la vida cultural del Occidente Europeo. Y, además, la cultura hispano-islámica es un recuerdo lejanísimo del pasado español. No existe una continuidad racial, social, cultural y anímica entre los hispano-musulmanes y los andaluces, como los habitantes de cualquier otro territorio español. Así lo expone el profesor Serafín Fanjul.

Esta fecha es buen momento para deshacer visiones edulcoradas sobre la dominación musulmana. Al-Andalus, aquel lugar idílico en el que habrían convivido los fieles de las tres culturas, es algo sin ningún fundamento en los textos originales. Las tres culturas vivían en un régimen de apartheid real. Eran comunidades yuxtapuestas, con regímenes jurídicos, económicos y de rango social distintos y con periódicas persecuciones muy cruentas como la sufrida por los cristianos en tiempos de Abderramán II o por los judíos en el siglo XII.

Mirando nuestra historia comprendemos que España, esa idea-fuerza, ese proyecto sugestivo de vida común, lo ha sido gracias a su deliberada europeidad. Hemos de afianzar nuestra identidad, para forjar un futuro libre de lo peor de nuestro pasado. Si se imponen los falsificadores, no nos extrañe que se repita la historia y, como ocurrió en la España del 711, la traición y la falta de conciencia de la propia identidad vuelvan a abrir el portillo al invasor. Es una desdichada coincidencia que en julio el gobierno haya mostrado su voluntad de conceder el voto a los marroquíes. Y que conozcamos la inacción de los poderosos musulmanes ante los problemas de Somalia.

Otra efeméride del mes que acaba es el inicio de la Guerra Civil de 1936-1939. En este tema también se van dando pasos a nivel académico para deshacer las tinieblas ideológicas que vienen falseando nuestra historia, incluso con la inaceptable pretensión de una historia dictada por el poder. Contribuyen de forma determinante a esta clarificación sendas publicaciones: el Archivo del cardenal Isidro Gomá -esperemos que los especialistas lo empleen más que lo han hecho con el archivo del cardenal Vidal i Barrraquer-. Y además la documentación del Archivo Secreto Vaticano sobre la Segunda República y la Guerra Civil, por el historiador y sacerdote valenciano Vicente Cárcel Ortí. Estos volúmenes explican la actividad de la Santa Sede y de los obispos españoles desde 1931 hasta 1939, años trágicos, en los que los partidos más extremistas de derechas e izquierdas, crearon un clima prebélico de violencia que llevaron al fracaso de la república y a una guerra fratricida.

La obra da a conocer por vez primera los despachos diplomáticos del nuncio apostólico de Su Santidad en España de 1921 a 1936, Federico Tedeschini; los apuntes del cardenal Eugenio Pacelli, secretario de Estado y más tarde papa Pío XII, así como las cartas personales de obispos, ministros, diputados y políticos en general.

Los documentos demuestran que la Santa Sede y la Iglesia española acataron lealmente la república y quisieron colaborar con ella por el bien común. No obstante, muy pronto comenzó un ataque frontal con incendios de iglesias y conventos, con la discriminación de los católicos mediante una legislación sectaria y antirreligiosa y con una persecución religiosa sangrienta, manifestada ya en la revolución de Asturias (octubre 1934), que tuvo su momento culminante en la hecatombe de 1936 con miles de asesinatos de sacerdotes, religiosos y seglares, y la destrucción de un ingente patrimonio histórico-artístico que se perdió para siempre.

En la nueva etapa que parece avecinarse para nuestra nación, urge superar el odio reavivado en los años inmediatamente precedentes -el último episodio es el acoso a la basílica del Valle de los Caídos-, para volver al espíritu de concordia de la Transición, nuestro único futuro.

Francisco J. Escámez, sacerdote

Artículo aparecido en Tele Almería Noticias el 29 de julio de 2011

30 diciembre, 2010

Homilía en la festividad de San Juan Evangelista

Fiesta S. Juan. 50º aniversario reapertura Parroquia Santiago (2010)

Hermanos sacerdotes, consagradas, Hermano Mayor, directiva, cofrades y devotos de la Cofradía Sacramental de la Soledad y San Juan, colaboradores, muy queridos todos:

S. Juan es el joven discípulo predilecto de Cristo. Místico y dulce, apasionado y vehemente, fue un elegido del Maestro: para ser apóstol, para cuidar de la Virgen y para reconocerlo resucitado en el lago. Participa en los episodios más significativos de la vida pública del Señor. Y tendrá un papel eminente en la Iglesia primitiva. Como todo apóstol, S. Juan nos ayuda a conocer y amar a Jesús, y a tener fe en Él. Su Evangelio nos revela el misterio de la Palabra hecha carne, el Verbo se ha hecho visible. Nos enseña que el amor de Dios es la fuerza capaz de convertir al mundo. El mandamiento nuevo nos señala el estilo de vida que pide Cristo: la donación sacrificial. Juan se recostó sobre el pecho del Señor, nosotros reclinamos nuestro ser sobre el Corazón de Cristo, al adorarlo en la Eucaristía.

Queridos hermanos: pidamos gracia para comprender y amar de corazón lo que el apóstol S. Juan nos dio a conocer. “Que el Señor nos ayude a entrar en la escuela de san Juan para aprender la gran lección del amor, de manera que nos sintamos amados por Cristo ‘hasta el extremo’ (Jn 13, 1) y gastemos nuestra vida por él” (Benedicto XVI, Audiencia 5 julio 2006).

Celebrar a S. Juan en la octava de la Navidad nos anima a buscar la amistad personal con Cristo -por la oración y los sacramentos-, para agradecerle su amor infinito. La Cofradía, que lo tiene entre sus titulares, ha de imitar con mayor empeño -si cabe- la fe de S. Juan, su acogida y atención de la Virgen María, su entrega en la Iglesia, y ha de poner en práctica sus enseñanzas evangélicas. Si cada cofrade está caldeado en el amor del Señor, en la fe y entrega de la Virgen y de S. Juan, la vida cofrade fluirá pacífica y fecunda. Os reitero públicamente en esta fiesta, querida directiva y cofrades, el pleno respaldo y cercanía de vuestro consiliario, y mi reconocimiento por ese buen hacer que os distingue y por vuestros logros. Prosigamos la renovación en fidelidad a nuestro ser y nuestra historia, con recta intención y confiados en el amparo de nuestros Titulares.

Asimismo, nuestra comunidad parroquial eleva hoy una ferviente acción de gracias a la Smª Trinidad por los 2000 años de cristianismo en Almería, los 505 años de nuestra historia parroquial, y los últimos 50 años de vivencias religiosas, tras la reapertura de nuestro templo parroquial, por estos días de 1960. Este templo -por diversas causas- fue el último en ser rehabilitado entre los destruidos en la persecución religiosa de 1936. El año venidero, Deo volente, tendremos ocasión de rememorar el testimonio de la Iglesia en la España de los años treinta del siglo pasado, su contexto histórico, y su desarrollo en nuestra tierra.

Baste hoy poner de manifiesto la labor desarrollada en esta parroquia por bastantes asociaciones y numerosos fieles que la han integrado a lo largo de los últimos decenios, junto a los presbíteros por los que ya bendecimos al Señor en mayo pasado, con motivo del Año Sacerdotal. A todos los fieles y grupos, de ayer y de hoy, nuestro reconocimiento, nuestra gratitud y nuestro cariño. Cada uno, con vuestro testimonio, habéis mostrado cómo dar gloria a Dios en la celebración de nuestra fe, cómo difundir la fe en los diversos ambientes de nuestra sociedad, cómo ser Iglesia hoy. Algunos estáis aquí presentes, otros sabemos que podemos contar con ellos aunque no hayan podido venir, otros nos ayudan desde el Cielo como lo hicieron mientras peregrinaron con nosotros. A todos pido de nuevo, en nombre del Señor, su oración constante, su colaboración y sus sugerencias y consejos. Bien sabéis que es vuestro derecho y vuestra obligación. Todos tenéis vuestro lugar en la parroquia. A todos valoro. Con todos cuento. Dios quiere enriquecer a la comunidad por los dones que derrama en cada uno. De esta parroquia han salido varias vocaciones, pero Dios quiere también que salgan santos. Porque Cristo nos llama a ser sal de la tierra y luz del mundo.

El documento que enseguida veremos, elaborado por una comisión a quién agradecemos de corazón su esfuerzo, busca dejar constancia, sin alardes pero con justicia, de la vitalidad que en los últimos 50 años viene manifestando -paradójicamente- la parroquia de menor jurisdicción entre las de la capital.

Querida familia parroquial, mi gozo y mi corona, os animo a desenvolveros, con el ejemplo de S. Juan, como miembros del mismo cuerpo, como instrumentistas de la misma orquesta, dentro de vuestros grupos y entre las diversas asociaciones que convivís en la Parroquia de Santiago Apóstol. La cabeza, el director, que haga su papel. Pero en la parroquia, como la Iglesia misma, somos un cuerpo. Esta percepción es uno de los frutos preciosos de la gran renovación de la Iglesia acontecida en el período que hoy conmemoramos.

Pido al Señor, por la intercesión de la Bendita Virgen de la Soledad, de Santiago -nuestro patrono- y de su hermano S. Juan, que esta efeméride y este documento nos animen a proseguir nuestra vida cristiana -personal y comunitaria- con renovado fervor, fidelidad y empuje apostólico. Amén.

M. I. Sr. D. Francisco Escámez Mañas

27 de diciembre de 2010

Festividad de San Juan Evangelista

Almería

20 octubre, 2010

Por la oración a la victoria. Octubre, mes del Rosario

    La oración es esencial para el cristiano. Cristo nos da ejemplo de oración. Y nos enseña a orar siempre. El rezo del Rosario nos ayuda a experimentar el poder de la oración, de la mano de Santa María, Nª Sª. No sólo en asuntos personales, sino también en problemas colectivos. En particular, el mes de octubre se intensifica el rezo del Rosario porque el día 7 se conmemora a la Virgen, con ese nombre, Virgen del Rosario. Una fiesta instituida para agradecer a Dios la victoria de Lepanto (1571), donde la flota de las naciones cristianas derrotó a la escuadra del Imperio turco. Con ello se contuvo la amenaza del expansionismo turco. Europa, la Cristiandad, había sabido defender de nuevo su identidad, frente al peligro cierto de desaparecer como conjunto de pueblos con su propia cultura, libres de profesar su fe.

    En nuestras actuales circunstancias, el Rosario nos ayuda a profundizar en nuestra espiritualidad mariana, y por su medio, en nuestro seguimiento de Cristo. Con el Rosario saldremos más fácilmente victoriosos de nuestros retos.

Mons. Jesús Sanz Montes, Arzobispo de Oviedo ha escrito que podemos tener el Rosario como: “una escuela de oración”. Y añade: “Si hay gente que lleva cuentas del mal y vive de éstas, los cristianos queremos mirar a María en su historia para llevar en la nuestra las cuentas del bien. Ya tengamos las sonrisas que nos alegran, o nos broten las lágrimas que nos acorralan, o se enciendan las luces que en las cañadas oscuras nos iluminan, o nos asomemos con esperanza cierta a la gloria que nos ha sido prometida, nuestro camino concreto y real pasa por esa calle cotidiana que llamamos vida. Ahí están los misterios gozosos, los dolorosos, los luminosos y los gloriosos. En el rosario de la vida, llevemos bien llevadas las cuentas del bien”.

    Benedicto XVI ha deseado el pasado día 3 “Que la diaria meditación de los misterios de Cristo en unión con María, la Virgen orante, nos fortalezca a todos en la fe, en la esperanza y en la caridad”.

Haz la prueba: reza el Rosario.

Francisco Escámez, sacerdote

Artículo aparecido en telealmerianoticias el 7 de octubre de 2010