06 mayo, 2008

Duelo en tu Soledad, Pedro M. Pacheco (2000)


Ahora, cuando todo vuelve a empezar, cuando se vuelve a vivir _

En esta época del año, cuando todo vuelve a empezar, cuando se vuelven a sacar del armario las túnicas, los capirotes..., cuando el costalero se entrega en cada ensayo como si fuese el último..., es cuando vienen a la memoria tantos recuerdos, tantas vivencias..., en definitiva, tantas sensaciones que son realmente las que nunca se olvidan, las que se quedan guardadas en la memoria del corazón.

Y en el corazón de la Agrupación de “La Estrella” hay un trozo de esa memoria muy especial que nos lleva a tierras almerienses; es entonces cuando, inevitablemente, vienen a la mente dos palabras: Duelo y Soledad, quizá por sí solas su significado nos lleve a pensar en tristeza, en dolor, en sufrimiento..., pero para nosotros va mucho más allá que todo eso, es sentirnos como si visitáramos nuestra casa, ver cómo la bondad y el cariño que demostró Juan cuidando de María se reflejan en nosotros año tras año; en definitiva, es ver cómo una inmensa familia nos recibe cada Viernes Santo con los brazos abiertos como si de sus propios hijos se tratara. Es por esto que en el momento que se tuvo la oportunidad de agradecer la confianza depositada en nosotros no hubo ninguna duda en que una de las marchas que aparecerían en nuestro trabajo discográfico “Hacia ti, Estrella” llevaría en su título esas dos palabras, y fue ahí cuando nació:“Duelo en tu Soledad”.

Fue en el verano del año 2000 cuando su compositor, el sevillano Pedro M. Pacheco (Director de la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora de la Victoria “Las Cigarreras” de Sevilla) nos hizo entrega de la partitura, la cual gustó tanto que desde el primer día que se retomaron los ensayos después de las vacaciones estivales se comenzó a montar con gran ilusión por parte de todos.

Centrándonos un poco en la estructura musical de la marcha hay que señalar la utilización de una armonía basada en una tonalidad menor, Si bemol en este caso, la cual se suele utilizar para expresar un carácter de tristeza y soledad (Un ejemplo de obra clásica compuesta en esta tonalidad es la Sonata para piano nº 2 de Frédéric Chopin donde encontramos la afamada “Marcha Fúnebre”). Una vez elegido el “ambiente” idóneo donde crear la composición, el autor comienza con una introducción donde da mayor importancia a las trompetas primeras las cuales exponen el primer tema con una intensidad piano y “muy dulce” según indicaciones expresas de la partitura, en esta parte el acompañamiento del resto de voces envuelven perfectamente a la melodía de modo que no le roban protagonismo alguno. A continuación se intercalan partes fuertes, coincidiendo con la participación de la cornetería, con partes más suaves como se si realizara un diálogo entre las voces basado en la intensidad. En las partes fuertes, como ya se ha dicho, se une la voz de las cornetas y en el acompañamiento tanto en la trompetería como en la sección de bajos y percusión se aprecian esquemas rítmicos más elaborados que aportan mayor movimiento y riqueza. En las partes suaves se repite el esquema de la introducción donde la trompetería primera es la que lleva la voz cantante. Posterior a este diálogo el cual podemos compararlo con el que María (con su tristeza por todo lo sufrido) y Juan (el gran apoyo y fortaleza que fue para María) posiblemente tuvieron mientras contemplaban la crucifixión de Jesús, aparece una de las partes más características e impactantes de la marcha, la cual corresponde al ‘solo’ de la misma, aunque no se trata de un solo que responda a la estructura típica que podamos estar acostumbrados de escuchar a un instrumento de forma individual mientras el resto de la banda permanece en silencio, en este caso esto sólo ocurre durante los dos primeros compases en la voz de trompeta primera, inmediatamente después van interviniendo escalonadamente el resto de voces ordenadas de mayor a menor gravedad llevando todas el mismo esquema rítmico a base de corcheas creando un efecto como de “escalera” en el que en cada compás se va añadiendo una voz con el mismo ritmo en forma de arpegios pero cada una de ellas comenzando sobre una nota diferente del acorde. La importancia del solo recae sobre la corneta que, mientras el resto de voces realiza lo explicado anteriormente, ésta interpreta una frase la cual gira, mediante un sencillo pero a la vez estudiado esquema de blancas y semicorcheas, entre los acordes de cuarto, quinto y segundo grado de la tonalidad para terminar en la tónica (o primer grado) que es cuando se pasa al siguiente tema. Este último tema aparece repetido dos veces, en él intervienen todas las voces dando la sensación de que se van contestando unas a otras: las cornetas a las trompetas primeras, el trombón primero al bombardino y la tuba y el resto de trompetas llevan un acompañamiento muy parecido entre ellas interviniendo en las partes fuertes del compás. La segunda vez que se repite el tema ya nos conduce al final de la marcha por lo que aparece una pequeña variación en la cual las cornetas y trompetas primeras siguen la estructura de pregunta-respuesta entre ellas y en la parte final intervienen la tuba y el bombardino al unísono conduciéndonos al final realizado en cadencia conclusiva repartiendo cada nota de los acordes entre las distintas voces terminando en forma de calderón.

Una vez llegado el mes de diciembre del 2000, concretamente el día 15, la Agrupación realizó la grabación de
“Duelo en tu Soledad” en los estudios sevillanos de Pasarela y ya en la mente de todos estaba el momento de llegar a estrenarla por las calles almerienses. Ese momento llegó el Viernes Santo del año 2001 cuando el paso de misterio encaraba la Plaza Marín y por fin pudimos mostrar el resultado de nuestro trabajo hecho con toda la ilusión para la que nosotros consideramos como nuestra segunda Hermandad.

Hay que decir que ésta no es la única composición dedicada a la Hermandad por parte de la Agrupación. La primera fue ya en el año 1998, cuando la banda comenzaba a montar su repertorio de marchas propias, el compositor J. M. Mena Hervás entregó tres marchas, dos de las cuales fueron dedicadas a nuestros titulares y la tercera recibió como título “Amado Discípulo” en clara referencia a la imagen de San Juan del paso de misterio. Y como por nuestra parte la mejor forma de agradecer el trato tan maravilloso recibido por la Hermandad después de once años es a través de nuestros sones, el próximo Viernes Santo de 2008 tendremos la oportunidad de interpretar la nueva marcha que lleva como título “Soledad en Santiago”, del autor Miguel A. Lanzarote, momento que seguro entrará a formar parte de esos recuerdos que guardamos en la memoria del corazón.

Beatriz Rodríguez Millán
Componente de la A.M. Ntro. Padre Jesús

de la Piedad en su Presentación al Pueblo
(Jaén)