30 diciembre, 2010

Homilía en la festividad de San Juan Evangelista

Fiesta S. Juan. 50º aniversario reapertura Parroquia Santiago (2010)

Hermanos sacerdotes, consagradas, Hermano Mayor, directiva, cofrades y devotos de la Cofradía Sacramental de la Soledad y San Juan, colaboradores, muy queridos todos:

S. Juan es el joven discípulo predilecto de Cristo. Místico y dulce, apasionado y vehemente, fue un elegido del Maestro: para ser apóstol, para cuidar de la Virgen y para reconocerlo resucitado en el lago. Participa en los episodios más significativos de la vida pública del Señor. Y tendrá un papel eminente en la Iglesia primitiva. Como todo apóstol, S. Juan nos ayuda a conocer y amar a Jesús, y a tener fe en Él. Su Evangelio nos revela el misterio de la Palabra hecha carne, el Verbo se ha hecho visible. Nos enseña que el amor de Dios es la fuerza capaz de convertir al mundo. El mandamiento nuevo nos señala el estilo de vida que pide Cristo: la donación sacrificial. Juan se recostó sobre el pecho del Señor, nosotros reclinamos nuestro ser sobre el Corazón de Cristo, al adorarlo en la Eucaristía.

Queridos hermanos: pidamos gracia para comprender y amar de corazón lo que el apóstol S. Juan nos dio a conocer. “Que el Señor nos ayude a entrar en la escuela de san Juan para aprender la gran lección del amor, de manera que nos sintamos amados por Cristo ‘hasta el extremo’ (Jn 13, 1) y gastemos nuestra vida por él” (Benedicto XVI, Audiencia 5 julio 2006).

Celebrar a S. Juan en la octava de la Navidad nos anima a buscar la amistad personal con Cristo -por la oración y los sacramentos-, para agradecerle su amor infinito. La Cofradía, que lo tiene entre sus titulares, ha de imitar con mayor empeño -si cabe- la fe de S. Juan, su acogida y atención de la Virgen María, su entrega en la Iglesia, y ha de poner en práctica sus enseñanzas evangélicas. Si cada cofrade está caldeado en el amor del Señor, en la fe y entrega de la Virgen y de S. Juan, la vida cofrade fluirá pacífica y fecunda. Os reitero públicamente en esta fiesta, querida directiva y cofrades, el pleno respaldo y cercanía de vuestro consiliario, y mi reconocimiento por ese buen hacer que os distingue y por vuestros logros. Prosigamos la renovación en fidelidad a nuestro ser y nuestra historia, con recta intención y confiados en el amparo de nuestros Titulares.

Asimismo, nuestra comunidad parroquial eleva hoy una ferviente acción de gracias a la Smª Trinidad por los 2000 años de cristianismo en Almería, los 505 años de nuestra historia parroquial, y los últimos 50 años de vivencias religiosas, tras la reapertura de nuestro templo parroquial, por estos días de 1960. Este templo -por diversas causas- fue el último en ser rehabilitado entre los destruidos en la persecución religiosa de 1936. El año venidero, Deo volente, tendremos ocasión de rememorar el testimonio de la Iglesia en la España de los años treinta del siglo pasado, su contexto histórico, y su desarrollo en nuestra tierra.

Baste hoy poner de manifiesto la labor desarrollada en esta parroquia por bastantes asociaciones y numerosos fieles que la han integrado a lo largo de los últimos decenios, junto a los presbíteros por los que ya bendecimos al Señor en mayo pasado, con motivo del Año Sacerdotal. A todos los fieles y grupos, de ayer y de hoy, nuestro reconocimiento, nuestra gratitud y nuestro cariño. Cada uno, con vuestro testimonio, habéis mostrado cómo dar gloria a Dios en la celebración de nuestra fe, cómo difundir la fe en los diversos ambientes de nuestra sociedad, cómo ser Iglesia hoy. Algunos estáis aquí presentes, otros sabemos que podemos contar con ellos aunque no hayan podido venir, otros nos ayudan desde el Cielo como lo hicieron mientras peregrinaron con nosotros. A todos pido de nuevo, en nombre del Señor, su oración constante, su colaboración y sus sugerencias y consejos. Bien sabéis que es vuestro derecho y vuestra obligación. Todos tenéis vuestro lugar en la parroquia. A todos valoro. Con todos cuento. Dios quiere enriquecer a la comunidad por los dones que derrama en cada uno. De esta parroquia han salido varias vocaciones, pero Dios quiere también que salgan santos. Porque Cristo nos llama a ser sal de la tierra y luz del mundo.

El documento que enseguida veremos, elaborado por una comisión a quién agradecemos de corazón su esfuerzo, busca dejar constancia, sin alardes pero con justicia, de la vitalidad que en los últimos 50 años viene manifestando -paradójicamente- la parroquia de menor jurisdicción entre las de la capital.

Querida familia parroquial, mi gozo y mi corona, os animo a desenvolveros, con el ejemplo de S. Juan, como miembros del mismo cuerpo, como instrumentistas de la misma orquesta, dentro de vuestros grupos y entre las diversas asociaciones que convivís en la Parroquia de Santiago Apóstol. La cabeza, el director, que haga su papel. Pero en la parroquia, como la Iglesia misma, somos un cuerpo. Esta percepción es uno de los frutos preciosos de la gran renovación de la Iglesia acontecida en el período que hoy conmemoramos.

Pido al Señor, por la intercesión de la Bendita Virgen de la Soledad, de Santiago -nuestro patrono- y de su hermano S. Juan, que esta efeméride y este documento nos animen a proseguir nuestra vida cristiana -personal y comunitaria- con renovado fervor, fidelidad y empuje apostólico. Amén.

M. I. Sr. D. Francisco Escámez Mañas

27 de diciembre de 2010

Festividad de San Juan Evangelista

Almería