29 abril, 2007

La distancia, la memoria. El olvido

(Artículo publicado en el Boletín de la Hermandad del año 2007)

Eran otros tiempos, claro. Tiempos en que la tradición, la memoria o el gusto por lo clásico aún eran valores que cotizaban al alza. Y es que, bueno, en ocasiones mirar al pasado se hace difícil, más aún cuando éste te sostiene la mirada, impasible. Reflexionar sobre lo que se fue puede ser buena terapia cuando no queda otra cosa; pero es mejor aún hacerlo desde una mirada lúcida, eficaz, con el objetivo de determinar por qué antes sí y ahora no o gracias a qué antes no y ahora sí. Es ésa la única manera factible de no vivir de viejas rentas ni de dormirse en la modorra de soñar con que cualquier tiempo pasado fue mejor. En este artículo del Diario de Almería de 1929, don José Sánchez Ulibarri nos hace entrever una Cofradía llena de vida, con proyectos, fuerza y ganas. Léanlo y juzguen ustedes mismos: se habla de pedir limosnas, de rifas, de lotería… ¡se habla de trabajar con constancia! Tantos y tantos proyectos que denotaban una Hermandad con planes de futuro –el paso de la Santa Cruz, ¡un palio para la Soledad!- y de presente –las túnicas de terciopelo, el hermoso manto de la Virgen (podemos suponer que se trata de la restauración), iluminación, etcétera-.

Pero situémonos. Son aproximadamente las tres de la madrugada del 30 de marzo de 1929. Las puertas de Santiago, de par en par, esperan la entrada de la Soledad. La Niña de Linares y el Barranquete la despiden con un ya viejo pique entre saeteros. La procesión comenzaba hacia las once de la noche cuando, tras el trono de San Juan, la Soledad cerraba el cortejo presidido por una comisión del Ayuntamiento bajo mazas y acompañada por la Guardia Civil y un piquete del regimiento de infantería de la Corona. El itinerario, muy parecido al actual, -Tiendas, Pablo Iglesias, Cervantes, Plaza San Indalecio, Eduardo Pérez, Real, Gravina, General Sánchez Ortega, Paseo del Príncipe y Plaza Nicolás Salmerón- se encontraba a rebosar de gente durante todo el trayecto. Por estas fechas Primo de Rivera regentaba el país, sumido en una crisis económica, que los españoles, como casi siempre, disfrutaban con el recién estrenado Bolero de Ravel. En la puerta de Santiago, nuestros abuelos, de traje y con sombrero, muy solemnes, y nuestras abuelas, ataviadas con mantilla, la miran a la cara y le rezan devotamente. Le piden por sus hijos y sus nietos, muchos de los cuales hoy hacen lo propio cada Viernes Santo. Y quizás alguien al otro lado de la puerta de Santiago le pida porque todo este esfuerzo, todos estos proyectos, la fuerza, las ganas y el camino que toma todo esto no se tuerza con el paso de los años y llegue a futuras generaciones en buenas condiciones para continuar con lo labrado. Juzguen ustedes mismos. En este contexto la cofradía evoluciona año a año. Lenta pero con paso firme.

Almería, junto con Huesca y Teruel eran las únicas provincias españolas que en aquella época tenían crecimiento demográfico negativo. Aún así, es de resaltar el número de cuatrocientos hermanos abonados a la Hermandad, tan solo cien menos que en la actualidad. Esto nos demuestra una vez más lo arraigada en el pueblo almeriense que se ha encontrado siempre la Soledad dando fe de la devoción y el viejo auge que se truncó años más tarde invirtiendo la progresión exponencial. Y es que en ocasiones creemos tener la respuesta a muchas preguntas en nosotros mismos, sin saber que hay una llave maestra en la Historia, en la memoria, en el recuerdo de muchos que ya abrieron esa vieja puerta sucia y empolvada por el paso de los años. Por el paso de siglos de errores, de vueltas atrás, de perderse en el camino y no encontrar la luz entre la niebla. Por eso sólo nos queda investigar entre los recuerdos de nuestros abuelos. Entre esas pequeñas historias que, examinadas con la conveniente dosis de escepticismo, enriquecen nuestro pasado y engrandecen nuestro presente.

Por eso, para terminar, lean en el artículo un poco más arriba: “El entonces Cura Párroco de la Iglesia de Santiago, recabó mi ayuda, y animado de una acendrada fe busqué la colaboración de otros señores que eran devotos de la Virgen, y con más entusiasmo que dinero, conseguimos salvar el apurado trance, consiguiendo que saliera la divina imagen con algún explendor”. Estoy seguro de que a muchos esto les suena demasiado cercano como para ser de 1929. Debemos ser conscientes de que la única manera de que este esfuerzo, como tantos otros muchos, haya merecido la pena sólo depende de nosotros mismos. De nuestro trabajo y nuestro saber hacer. En nuestras manos se encuentra el testigo, sobre nuestro tejado está la pelota. Nos toca mover ficha y demostrar que la Historia de esta Hermandad (la suma de las pequeñas historias de cada generación de cofrades) pesa demasiado como para ignorarla o ningunearla. Y que es demasiado gloriosa como para olvidarla.

Álvaro Blanes Pérez
Hermano de la Soledad

11 abril, 2007

Memoria para la realización de una imagen de San Juan Evangelista y estudio sobre la propuesta de realización de un nuevo grupo escultórico

(Artículo publicado en el Boletín de la Hermandad en el año 1996. Las fotografías son del Archivo de la Hermandad y no estaban incluidas en el artículo original, a excepción del dibujo de San Juan Evangelista, realizado por el propio imaginero)

Comenzaré con la imagen de San Juan, pues considero, que aparte de ser la figura más importante del grupo, es también el proyecto más próximo. Por lo tanto paso a indicaros las principales características de la citada talla.
Para la imagen de San Juan que se me ha propuesto considero que aunque debo partir de la escuela barroca del XVII, con unas características iconográficas bastante definidas, también puedo hacer una concesión a la creatividad. Para ello nada mejor que la utilización de un modelo vivo de determinada fisonomía, que preste aquellas características definitorias y esenciales pero con la personalidad y valor expresivo del retrato escultórico. Desprecio la fisonomía de carácter arquetípico tan utilizada en nuestros días como patrones que se han usado hasta la saciedad, dando lugar a un estereotipo exento de creatividad. Pienso que en la representación de las figuras secundarias de la pasión es este el único camino de aportación. Como contrapartida entiendo que la iconografía de Xto no permite tantas revisiones, pues el arte nos ha ofrecido, lo que podríamos llamar el retrato oficial de Jesús.
Tras esta consideración relativa a criterios estéticos, pasemos a determinar características físicas y materiales:
Se trata de realizar una imagen de vestir de tamaño natural, aproximadamente 1,70 cm. El soporte de todo ello sería la madera de cedro, excepto la peana que sería de pino Flandés.
Terminación de talla escultórica en cabeza, manos y piernas hasta las rodillas, el resto se trataría como un maniquí con anatomía simplificada.
La policromía al óleo, con la técnica del pulimento brillante, abarcaría toda la terminación escultórica, lo correspondiente al maniquí se pintaría con color plano.
Brazos articulados de sistemas de rótulas, realizados en cedro.
Peana riostrada de doble tablero y ángulos.


Visto el tema de San Juan, pasaré a desarrollar una breve memoria sobre vuestra propuesta de misterio.

En vuestro escrito de fecha 3 de enero de 1995, queda clara y bien explicada la idea, y casi la composición del grupo se vislumbra, en torno a dos figuras fundamentales: San Juan y la Virgen. Los problemas pueden venir por las dimensiones del paso, ya que el cruce de las dos comitivas debiera de practicarse en diagonal y no lineal. Para ello es necesaria una mesa de al menos 1,80 m de ancha y por supuesto una estructura de base para poder anclar las figuras secundarias directamente sobre la tablazón del paso, prescindiendo de peanas individuales que dificultarían enormemente la agrupación de las figuras. Estas premisas son de extrema importancia y debieran ser estudiadas por la hermandad, para condicionar la hechura del paso.

Otras cuestiones son las relativas al soporte material de las diferentes imágenes. Comenzaré a enunciar características generales de base, relativo a calidad material, y después definiremos las imágenes por categoría.

La principal característica general es que todas las imágenes fueran talladas en madera de cedro o caobilla brasileña, y policromadas al óleo, con la técnica clásica del pulimento.

Características particulares y diversas categorías de imágenes:

FIGURAS de talla de maniquí para vestir. Son aquellas imágenes de cuerpos de anatomía simplificada, brazos articulados y policromía circunscrita a las partes visibles, coincidente con busto, manos y pies. Serán las esculturas de San Juan, José de Arimatea, Nicodemo y el fariseo.

FIGURAS de candelero, son las imágenes de las Santas mujeres. A diferencia de las figuras anteriores no son de cuerpo completo, sino de torso, busto y devanadera o pollero. Los brazos son articulados y la policromía afecta solo al busto y las manos.

FIGURA de talla completa para vestir. En este caso, en esta categoría, solo estaría la figura del soldado romano. Este tipo de imagen presenta un cuerpo totalmente tallado: brazos y torso anatomizados, piernas y muslos anatomizados, y todo lo anteriormente referido, policromado en su totalidad. Ni que decir tiene que al mismo tiempo será la figura más costosa del grupo.

Las características materiales explicadas para San Juan valen para todas las figuras.

Las características fisionómicas se tomarán del más puro estilo sevillano, aunque no descartamos la consulta del natural. Las expresiones claves de la composición se centrarán en la siguiente clave:

La cerrada agrupación de las santas mujeres y de San Juan en torno a María, la mirada preocupada y casi miedosa del sanedrita, que prácticamente empujado por el romano se dirige al sepulcro y cruza la mirada con José de Arimatea y Nicodemo, viéndose obligado a girar la cabeza y mirar hacia atrás, ya que los santos varones cierran la comitiva que abre María y San Juan en el frente del paso. Ambos grupos dispuestos en diagonal, con el cruce de miradas, y dos ritmos de marcha diferenciados: El grupo que ha enterrado a Jesús ya no tiene prisa y se dirigen agotados y rotos de dolor hacia donde les esperan los otros discípulos, entre ellos se esfuerzan en darse esperanza y consuelo, ensimismados en el recuerdo de las palabras y el amo de Jesús. El otro grupo tiene prisa, marchan precipitados, temiendo y desconfiando de todos y por todo.

Quedando a vuestra disposición recibid un atento saludo.
En Sevilla, a 1 de abril de 1995.

Juan Manuel Miñarro López
Doctor en Bellas Artes,
Escultor Imaginero