28 septiembre, 2010

No estamos tan mal

Ese juicio, formulado este verano (22 de julio) por una autoridad nacional, me impactó. ‘No estamos tan mal’. Para mí, es casi una blasfemia. ¿Cómo es posible realizar semejante afirmación? ¿Desde dónde se realiza? ¿Desde la situación de los potentados o desde el lado de las víctimas? Al escuchar esas palabras, ¿cómo se sentirían los jóvenes sin trabajo, los autónomos arruinados, los que son privados de su vivienda por impago de la hipoteca, los parados, los emigrantes sin perspectivas? Sentí rabia. Porque estos pobres predominan en mi feligresía, ellos componen la mayor parte de la gente que trato. Encima de haber negado la existencia de la crisis, ahora querrán camuflar también lo que salta a la vista.

Por si fuera poco, hay empresarios que están aprovechando la crisis para colar medidas tan injustas como despedir empleados y sustituirlos con aprendices, o despedir mujeres al casarse o al quedar embarazadas, etc, etc.

Saludamos los recortes en sus nóminas decididos por algunas autoridades. Tienen todavía muchos otros privilegios que recortar, entre personal a su servicio, equipamiento, dietas, complementos, años cotizados para obtener la jubilación, influencias…

Algunos sindicatos llaman a la huelga, para defender a los funcionarios y a los que tienen trabajo. Desde luego, deben ser defendidos. Algunos no irán a ninguna huelga, por no poder quedarse sin la parte de la nómina que les descontarían… Pero ¿quién se ocupa de los más pobres? Sí, de quienes ni siquiera tienen empleo fijo o eventual…

La Iglesia, que ha denunciado la raíz moral de la crisis, se ha volcado para ayudar a las víctimas con todo el dinamismo de Cáritas, y potenciando instrumentos como el comedor de las Hijas de la Caridad. La procesión de San Vicente de Paúl, el próximo 26 de septiembre, será público testimonio de esta acción moralizadora y caritativa de la Iglesia, a lo largo de los siglos.

Francisco Escámez, sacerdote